miércoles, 6 de febrero de 2013

FOREVER ALONE

En el sótano de Naumaquia, entre cintas de vhs desmagnetizadas, colillas, cáscaras de cacahuete, cables y cajas de Chocapic,  estamos trabajando a toda máquina para presentaros la semana que viene nuestro último proyecto: Forever Alone.

 Estamos ON FIRE!! Pero eso siempre

La maqueta de un proyecto  que intenta ser algo más que una maqueta: la creación de ficción interactiva para Internet basada en las estructuras de aquellos libros que algunos recordaréis: Elige tu propia aventura. No somos los primeros en intentar algo así, ya hay varios ejemplos, pero por ahora es una lenguaje casi en pañales.


 
Ni Paul Auster, ni Cortázar: aquí
somos fans de Packard & Bolle ¿qué pasa?

Una cosa rara a medio camino entre el cine, los videojuegos, Internet  y algo más que no llegamos a definir. Probablemente, de momento, la palabra "artefacto" es lo más certera para definir lo que tenemos entre las manos.


Quizá lo que contiene esta lata 
también es la palabra

Una historia de amor (o no) en la que el espectador-jugador tendrá el poder de mandar a los personajes a hacer una cosa u otra y eso hará que la historia vaya por un camino o se despeñe inexorablemente por otro

                      
                     Y ahora, un momento para la poesía

Obviamente, hay un camino correcto cogiendo todas las opciones adecuadas a la primera, pero eso es equivalente a acertar seis veces seguidas en una apuesta a cara o cruz. Los afortunados que lleguen a la primera al happy end de "Forever Alone", por favor que pasen por las oficinas de Naumaquia y nos iremos juntos de la manita al Casino de Monte Picayo a apostarnos lo poco que nos queda a la ruleta.

De momento, las fechas previstas que el artefacto asome las orejas  son:

-Lunes día 11 de febrero estreno del trailer.
-Jueves día 14 de febrero (día de los enamorados, o no): ESTRENO.   


                       
Por favor, que alguien le diga a Conchita Velasco
que Forever Alone no va de esto.  

Vamos últimando cosas mientras las fechas se nos caen encima, como a Obélix el cielo, y esperando que nuestro querido Superordenador preferido esté en algún vertedero informático de Togo y aún nos tenga en sus oraciones, aunque sean en código binario

Allá que vamos.

lunes, 28 de enero de 2013

Les is more

Si tú eres mi hombre.

Desde hace un par de semanas el equipo de Naumaquia está en estado de shock tras toparse por la tele con uno de los iconos catódicos más impactantes de los últimos lustros: el prestamista del extraradio de Detroit Les Gold.

Él es el protagonista absoluto -aunque también hay ilustres secundarios- de "Hardcore Pawn" (por aquí lo llaman "Empeños a lo bestia"), un reality en el que asistimos con estupor al día a día de la mayor casa de empeños de Detroit, una ciudad castigada por la crisis y en la que muchos trabajadores de la industria del automóvil se han quedado sin trabajo. Agobiados por las deudas, muchos desempleados ven en la casa de empeños de Les, de rimbombante nombre "American Jewelry & Loan", un clavo ardiendo al que agarrarse vendiendo lo que tengan por casa para sacar unos pocos dólares y asi pagar las facturas pendientes; o la dosis del día.

 ¿Y dice usted que esta muñeca de Lady Di
 perteneció a Ramsés IV?

Las colas en la tienda de Les son frecuentes, como la desesperación de los clientes por sacar algo de dinero de lo que, normalmente, son trastos. La tienda sólo compra los objetos que le interesan por menos de lal mitad de lo quería el cliente y luego lo venden por el doble, o el triple (si encuentran al panoli que lo pague); una especie de Cash Converters pero en empresa familiar, ya que Les se rodea, además de unos cuantos acólitos que lo tratan como si fuera D. Vito Corleonede sus hijos: Seth y Ashley, dos claros ejemplos de la involución humana ya que ninguno de los dos le llega a la altura del bigote a su progenitor.

  
Vasectomía regresiva ya.

Pero más allá de la mayor o menor calidad del programa lo más importante de Hardcore Pawn no son los clientes, ni lo que intentan vender, ni incluso las peleas que se suelen montar en plena tienda; lo importante y lo que hace único es su protagonista: Les.

De inequívoco apellido judío, Mr. Gold parece homenajear a sus ancestros luciendo en la nuca un par de tirabuzones engominados de reminiscencias semitas. Él es la tercera generación de prestamistas, y por estar desde pañales en el negocio, entre collares, televisores de segunda mano y mucha desesperación, se nota que sabe de lo suyo; si llegas a su tienda y le pides doscientos dólares por tu Playstation 3, Les te ofrecerá cuarenta. Y, aunque no lo creas, acabrás aceptándolos. Y además le darás las gracias. 

Y entonces me enamoré.

Un genuíno y carismático embaucador de película de Errol Flynn pero con un toque (y dos y tres) del peor vendedor de mercadillo, un zalamero sin escrúpulos que va todos los días a trabajar con la misma ropa como si trabajara en la linea de montaje de la Ford (la fascinación nos hace presuponer que tiene varios equipos iguales y que los lava): camiseta de pico blanca, americana de cuero, vaqueros, cadena de oro al cuello, gafas de montura (cómo no) dorada, bigotito porno y, por supuesto, no nos olvidemos de los tirabuzones que adornan su nuca... cada mañana, ante el espejo del baño, Les se los atusa mientras le cuenta a su reflejo lo grande que va a ser día, la cantidad de pasta que va a sacar haciendo grandes negocios de dudosa integridad. Pero la integridad no está hecha para él, porque Les sólo piensa a lo grande. No como sus hijos.
  

lunes, 21 de enero de 2013

Ciento treinta y cinco por ciento

                                 A los hijos del rock 'n' roll, bienvenidos.

Aunque no le conozco personalmente, me enfrento a las películas de Quentin como si fueran las de un amigo. Ya sabéis, ese colega algo zumbao pero buen tío que aparece cada tres o cuatro años para montar algún cirio y luego desaparecer dejando tras él un río de sangre, pólvora y algún que otro disfrute; pero tranquilos, la sangre y la pólvora son de mentira. Los disfrutes no.

Y es que probablemente Quentin es uno de los directores más honrados consigo mismo del cine actual (y del de antes). Pero que sea fiel a sí mismo no significa que sea mejor o peor director. Significa que sus películas son ciento treinta y cinco por ciento él. Y eso no es poco. Y mucho menos tratándose de Quentin.

 ¿Os he contado el chiste del plátano ?

"Django Unchained" no sorprende en ese sentido. Sigue siendo él, desde luego; sentado ante la pantalla, le viene a uno la sensación familiar de ser testigo de los juegos cinéfilos de un niño cafre, pero esa es la cantinela de siempre. Todas las películas de Quentin tienen ese alma. Aunque "eso" se llama estilo y sólo lo poseen unos pocos ¿qué aporta de nuevo este Django?

Nada, muy poco, o casi nada. Pero eso, además de que no es  novedad, no importa. Lo valioso es que exceptuando la pérdida de fuelle en el tercer acto (los dos anteriores son brillantes) "Django Unchained" se disfruta con el placer de reencontrarse con un viejo amigo, aquel tío un poco rarito que conociste en vhs en aquello llamado "Reservoir Dogs" y con el que, borracho de felicidad, firmaste un pacto de sangre y amor eterno a la salida del cine de "Pulp Fiction". Luego vinieron algunas decepciones, patinazos incluidos, pero si Quentin es ciento treinta y cinco por ciento sus películas ya se sabe que nobody's perfect.   

                                        Me dejas de cera.
 
Y no, por supuesto que "Django Unchained" no está al nivel de "Pulp Fiction". Exigir algo de ese inmenso e inmortal tamaño sería lo mismo que pedirle a Miguel Ángel quince Capillas Sixtinas.

Esas cosas sólo pasan una vez en la vida.