lunes, 28 de enero de 2013

Les is more

Si tú eres mi hombre.

Desde hace un par de semanas el equipo de Naumaquia está en estado de shock tras toparse por la tele con uno de los iconos catódicos más impactantes de los últimos lustros: el prestamista del extraradio de Detroit Les Gold.

Él es el protagonista absoluto -aunque también hay ilustres secundarios- de "Hardcore Pawn" (por aquí lo llaman "Empeños a lo bestia"), un reality en el que asistimos con estupor al día a día de la mayor casa de empeños de Detroit, una ciudad castigada por la crisis y en la que muchos trabajadores de la industria del automóvil se han quedado sin trabajo. Agobiados por las deudas, muchos desempleados ven en la casa de empeños de Les, de rimbombante nombre "American Jewelry & Loan", un clavo ardiendo al que agarrarse vendiendo lo que tengan por casa para sacar unos pocos dólares y asi pagar las facturas pendientes; o la dosis del día.

 ¿Y dice usted que esta muñeca de Lady Di
 perteneció a Ramsés IV?

Las colas en la tienda de Les son frecuentes, como la desesperación de los clientes por sacar algo de dinero de lo que, normalmente, son trastos. La tienda sólo compra los objetos que le interesan por menos de lal mitad de lo quería el cliente y luego lo venden por el doble, o el triple (si encuentran al panoli que lo pague); una especie de Cash Converters pero en empresa familiar, ya que Les se rodea, además de unos cuantos acólitos que lo tratan como si fuera D. Vito Corleonede sus hijos: Seth y Ashley, dos claros ejemplos de la involución humana ya que ninguno de los dos le llega a la altura del bigote a su progenitor.

  
Vasectomía regresiva ya.

Pero más allá de la mayor o menor calidad del programa lo más importante de Hardcore Pawn no son los clientes, ni lo que intentan vender, ni incluso las peleas que se suelen montar en plena tienda; lo importante y lo que hace único es su protagonista: Les.

De inequívoco apellido judío, Mr. Gold parece homenajear a sus ancestros luciendo en la nuca un par de tirabuzones engominados de reminiscencias semitas. Él es la tercera generación de prestamistas, y por estar desde pañales en el negocio, entre collares, televisores de segunda mano y mucha desesperación, se nota que sabe de lo suyo; si llegas a su tienda y le pides doscientos dólares por tu Playstation 3, Les te ofrecerá cuarenta. Y, aunque no lo creas, acabrás aceptándolos. Y además le darás las gracias. 

Y entonces me enamoré.

Un genuíno y carismático embaucador de película de Errol Flynn pero con un toque (y dos y tres) del peor vendedor de mercadillo, un zalamero sin escrúpulos que va todos los días a trabajar con la misma ropa como si trabajara en la linea de montaje de la Ford (la fascinación nos hace presuponer que tiene varios equipos iguales y que los lava): camiseta de pico blanca, americana de cuero, vaqueros, cadena de oro al cuello, gafas de montura (cómo no) dorada, bigotito porno y, por supuesto, no nos olvidemos de los tirabuzones que adornan su nuca... cada mañana, ante el espejo del baño, Les se los atusa mientras le cuenta a su reflejo lo grande que va a ser día, la cantidad de pasta que va a sacar haciendo grandes negocios de dudosa integridad. Pero la integridad no está hecha para él, porque Les sólo piensa a lo grande. No como sus hijos.